sábado, 12 de mayo de 2012

¡¡¡¡¡Estrés!!!!!

Tengo a los amigos quejándose porque no voy a verlos, a los conocidos ofendidos porque no respondo a sus correos, a la familia mosqueada porque no saben de mí, y al novio preocupado porque piensa que ya no le quiero tanto. Y todo porque la presión se acumula, y en estas últimas semanas no hay tiempo casi ni para ir al baño... A este paso tendré que aprovechar que estamos aprendiendo a colocar catéteres urinarios y "tomar prestado" uno para uso personal.

Y es que entre las clases online, las reuniones con los tutores en la facu, estudiar nuestros dos módulos por semana, estudiar para los exámenes que empiezan la semana que viene, practicar técnicas que vamos aprendiendo, preparar dos presentaciones junto con otras alumnas, atender visitas postnatales de Susana y visitas prenatales de otras dos mujeres (una de las cuales sale de cuentas en dos semanas), cuando me doy cuenta se me ha pasado el día y es ya la hora de dormir. Aparte de eso, después de tirarme a veces 9 horas diarias en el ordenador, no me apetece pasarme un minuto más leyendo o contestancdo correos si puedo evitarlo. Y si por casualidad me quedan 15 minutos libres, los tengo que usar para sacar a pasear a mi perrita Muri, que estos días se pasa las horas despatarrada en la silla a mi lado mientras mi cabeza echa humo.

Puedo decir sin miedo a equivocarme, que nunca en mi vida había estado tan ocupada. Soy incapaz de imaginar cómo se las estarán arreglando las demás estudiantes, muchas de las cuales tienen niños pequeños de los que cuidar y que requieren atención... Y eso que tan solo llevamos 4 meses de carrera, y todo el mundo nos cuenta que el segundo año es mucho peor... y no veas ya el tercero. Al lado de esta carrera, la de Biología que hice en España allá por 1994 es un puzzle de 4 piezas; por aquel entonces, echabas tus horas tomando apuntes o en las prácticas, pero luego llegabas a casa y descansabas. Aquí no hay descanso, y ya van varios días que no dejo los estudios hasta bien entrada la noche, habiendo empezado a las 8 de la mañana.

Por fortuna me encanta lo que estoy haciendo, y lo que para otras es lo peor de la carrera - la impredecibilidad, el andar corriendo de un lado para otro, el estar ahora aquí, después en el hospital, y la hora siguiente en casa de una de las mujeres embarazadas a las que seguimos - para mí es lo que hace esta carrera tan emocionante.

Y me gustaría contar un porrón de cosas más, pero son ya las 10 de la noche y, a pesar de que es sábado, llevo con visitas y con estudios desde por la mañana... y mañana toca reunión con una compañera para ensayar nuestra presentación acerca de la episiotomía. Así que me voy a dormir pero ya.

sábado, 5 de mayo de 2012

Del dolor a la alegría

Después de que el viernes la comadrona de Susana nos hubiera dicho que su cérvix aún no se había empezado a dilatar, así que no esperásemos un parto inminente, me preparaba para un fin de semana tranquilo. Poco me esperaba yo que el sábado a las 6:15 de la tarde me llegaría la esperada llamada: Susana estaba teniendo contracciones, llevaba con ellas desde las 2 de la tarde y ahora eran más frecuentes y dolorosas. La comadrona y yo llegamos a su casa, y un examen vaginal confirmó que Susana estaba definitivamente en parto activo, dilatada ya 3 cm. Con mi nula experiencia en esto yo casi me esperaba un viaje a 200 km/h hasta el hospital de Lincoln con el niño casi que naciendo en el coche, como en las películas. Pero no, la comadrona se lo tomaba con muchísima calma. "Te recomiendo que te quedes en casa hasta que las contracciones se vuelvan más intensas y sientas la necesidad de empujar", le dijo. "Tu casa es el lugar donde vas a estar más cómoda, así que cuanto más tiempo estés en ella, más relajada estarás". Lo de "relajada" debía ser de coña, porque la pobre Susana parecía de todo menos relajada. Así que Susana y Paul se quedaron en casa llenando la bañera para ver si el dolor era menor en el agua, y la comadrona y yo nos volvimos a casita.

Como podréis haceros una idea, yo no fui capaz de hacer otra cosa que mirar el reloj y el teléfono cada 5 minutos. Por suerte tuve la oportunidad de cenar, porque poco me imaginaba yo que sería la última comida que iba a hacer en 16 horas, aparte de un par de galletas y muchas tazas de café.

A las 10 de la noche por fin llegó la llamada... Susana y Paul salían para Lincoln, y para allá fui también yo.

No os puedo dar muchos detalles específicos del parto, por temas de confidencialidad. Pero sí puedo deciros que me impresionó el dolor y el sufrimiento prolongado que vi en la pobre Susana. En la tele siempre te resumen los partos en 15 minutos como máximo, y es imposible apreciar el sentimiento de impotencia que te abruma cuando tienes a tu lado a una mujer a la que llevas acompañando en su embarazo desde hace ya tiempo, y con quien te has encariñado, pasar por semejante calvario. Siempre que se oye hablar de esto, las palabras que llegan a tus oídos son "es maravilloso, lleno de energía, el milagro de la vida". Y sí, lo cierto es que el proceso por el que un niño pasa de ser una forma indefinida dentro de la barriga de su madre, a presentarse allí delante de ti como un ser humano completamente formado y, por fin, independiente, es impresionante. Pero también es cierto que el sufrimiento, la indignidad y el dolor por los que pasa una mujer son abrumadores. Yo, que no soy una persona excesivamente espiritual, me encontré preguntándome varias veces dónde estaba la magia y la belleza, sobre todo durante una contracción particularmente dolorosa y cuando todo lo que se podía percibir en aquella habitación era sudor, sangre y otros productos orgánicos que no mencionaré; cuando podía identificar en la expresión de Paul la angustia y la frustración de ver a su mujer sufrir y sentirse inútil, porque hay poco que pueda hacerse aparte de apretar la mano y animarla; cuando la comadrona, sonriente, le decía a Susana que "lo estás haciendo fenomenal", y yo pensaba "si me dice eso a mí en medio de una contracción, le solmeno una patada en los morros"; cuando yo no sabía qué hacer, si estar allí al lado de Susana, o dejarla sola para tener un poco de privacidad. Personalmente, durante aquellos momentos, sólo podía comparar el proceso del parto con una tortura cruel y prolongada.

Y de pronto, tras horas y horas de contracciones, de empujones, de dolor... La cabeza del bebé se hizo visible. Y la expresión en la cara de Susana cuando se lo comentamos, y cuando ella misma pudo tocar la cabecita de su hija aún dentro de su cuerpo, me dio la pista de por qué, incluso las mujeres que sufren complicaciones durante el parto, las que tienen que lidiar con hemorroides, con desgarros que requieren cirugía, con forceps... incluso las que lo pasan peor que Susana, que no necesitó más analgesia que un par de Panadoles y algunas aspiraciones de gas y no sufrió desgarros, te cuentan después que todo mereció la pena.

El bebe salió del cuerpo de Susana en tan solo un par de empujones, después de 22 horas de parto. Y ya se puso a llorar ella solita un par de segundos después de hacer su aparición. Al contrario de lo que estamos acostumbrados en las películas y en muchos hospitales, nadie agarró al bebé, lo limpió, lo esterilizó, le cortó el cordón umbilical ni nada de eso... tal y como estaba, tan solo envuelto en una toallita y aún unido a su madre por el cordón, el bebé se fue directo a los brazos de Susana, piel con piel. Aunque Susana aún estaba demasiado exhausta como para reaccionar, el momento en el que los tres (el nuevo papá, la nueva mamá y la nueva vida) se quedaron en silencio, mirándose embobados el uno al otro, fue un contraste tan brutal al sufrimiento de las horas anteriores, que nadie quería decir nada ni hacer el más mínimo ruido para no romper el hechizo. Y allí nos quedamos todos, sonriendo, hasta que la comadrona, que había esperado a que el cordón acabase de palpitar, le ofreció a Paul las tijeras para que fuese él quien permitiera a su hija convertirse en una personita completamente independiente - otras familias deciden dejar al bebé unido a la placenta hasta que el cordón se seca y desprende por sí solo (lo que se conoce aquí como "parto Lotus").

Tras dar a luz a la placenta y ayudar a Susana a recuperarse un poco, nada más nos quedaba por hacer a la comadrona y a mi que volver a casa, comer algo, recuperar horas de sueño y reflexionar acerca de lo que acabábamos de contemplar. Para ella, uno más de los bebés de cuyo nacimiento había sido testigo. Para mí, el primero, el más especial, el que recordaré toda mi vida.

Al día siguiente pregunté a Susana qué opinaba de la experiencia del parto. "A decir verdad", me confesó, "¡ya se me está olvidando la mayoría de lo que pasó!". Me quedé alucinada... ¿22 horas de dolor y angustia y, apenas 24 horas después, ya se le estaban olvidando? Ciertamente yo podía recordar cada minuto de aquel día, y dudo que se me olvide jamás. Pero ahí está la diferencia... no era yo la que daba a luz. La protegida por una ensalada de hormonas que se asegurarían de que lo más recordado de aquel día no sería el dolor, sino el júbilo de conocer a su hija, era Susana. Para ella todo el dolor y sufrimiento tenían un propósito, que estaba ahora en sus brazos.

También recordaba Susana el apoyo de la gente a su alredeedor, por el que estaba muy agradecida. Me lo dijo mirándome a los ojos y con una sincera sonrisa en sus labios. Y se me encogió el corazón, ya que tras muchas horas dudando de que mi presencia allí hubiera servido más que para estorbarla en tan delicado trance, yo no estaba muy segura de mi papel. Y descubrí que el simple hecho de ponerle una toalla caliente en la espalda, o una fría en la frente, de apretarle la mano cuando el dolor parecía insoportable, de asegurarme de que tenía agua a su alcance cuando estaba sedienta, el gas a mano cuando lo necesitaba, y una palabra de apoyo y ánimo cuando parecía que estaba desesperada... resultó que todo eso no se olvida, y que le ayudó a que todo fuese más llevadero, a concentrarse en lo que hacía, en seguir adelante. Que es todo lo que necesitaba.

Hoy hay una mamá y un papá acunando a su nueva hija en Christchurch. Y yo estuve allí para verla nacer. Es la primera. pero me muero de ganas de conocer a muchos más.



jueves, 3 de mayo de 2012

Ya está aquí

Sí, el bebé ya ha llegado, y tengo a familia y amigos preguntándome por los detalles... Esta semana apenas tengo tiempo para respirar, menos aún para usar el ordenador para otra cosa que no sea estudiar, pero este fin de semana pienso tomármelo de relax y aprovecharé para contaros los detalles de mi primer parto - ¡que os adelanto que me tuvo presente durante 16 horas!

sábado, 28 de abril de 2012

Sigo esperando...



Seguro que la mayoría de vosotros estaríais esperando que os contara cómo fue mi primer parto... Pues no, aquí sigo, con Susana pasada de término (¿se dice así en español?) diez días hoy, y el bebé sin dar señales de querer salir.

Nueva Zelanda es un país en el que el intervencionismo médico en el embarazo se reduce al mínimo, y sólo cuando es necesario. Si un bebé llega tarde, y no hay ningún indicio de que haya problemas en el embarazo - el bebé se mueve a menudo, su pulso es normal, y la mujer está sana - lo más normal es esperar a que salga cuando más le convenga. No se suele ofrecer inducción del parto hasta las dos semanas después de salir de cuentas, a no ser que la mujer lo exija antes. Pero no suele ocurrir, porque el proceso de inducción hace el parto largo y más doloroso, aparte de obligar a la embarazada a dar a luz en un hospital, lo cual aquí no suele ser la primera opción. Así que Susana, a pesar de estar ya hasta las narices de esperar y esperar metida en casa, sigue con la esperanza de que el bebé se decida a nacer por sí solo. Y yo sigo de guardia, esperando la llamada, sin poder alejarme demasiado de Christchurch ni ir a sitios donde el móvil no tenga cobertura... GRRRR... Aunque bien pensado, es una introducción perfecta a la vida de una comadrona.


domingo, 22 de abril de 2012

Una semana en Maternidad


Esta semana pasada me he levantado todos los días a las 5 de la mañana, y aunque la jornada laboral es bastante normalita (de 6:30 am a 3 pm), ha sido una de las más agotadoras que recuerdo. Porque esta ha sido mi primera semana de estancia en el Hospital de Maternidad de Christchurch.

Cada día nos asignan a una matrona que será nuestra instructora ("buddy midwife"). Esa pobre mujer tiene que aguantar a una estudiante de primer curso, con tan solo 3 meses de carrera, y tratar de enseñarle todo lo que pueda, mientras al mismo tiempo lleva a cabo su trabajo, que ya de por sí es agotador. Las prácticas son en la planta de cuidados post-natales, con lo cual no vemos ningún nacimiento, pero sí cantidad de bebés recién nacidos (unos cuantos prematuros), y mujeres que han sufrido alguna complicación antes, durante o tras el parto: mujeres con pre-eclampsia (tensión alta a causa del embarazo), cesáreas, hemorragias, complicaciones con el bebé... Al principio, casi todo lo que haces es observar, escuchar y aprender. Tan pronto en nuestra carrera, no hay mucho más que podamos hacer: tomar la tensión, el pulso, temperatura y respiración, y poco más. Pero es alucinante lo rápido que se aprende, y la cantidad de cosas en las que se puede ser útil casi desde el principio. Y también la cantidad de meteduras de pata que se tiene la oportunidad de experimentar.

Entre otras muchas cosas, esta semana he aprendido que:

- Las mangas del aparato para medir la tensión tienen escrito "este lado hacia el paciente" por un motivo.

- La tensión no puede ser 50/0. Repite la medida.

- El "botoncito" en la parte de atrás del termómetro eléctrico hace que el tubito de plástico de un solo uso salga disparado a unos 4 metros de distancia si no lo estabas sujetando. Aunque la paciente y la matrona hagan como que no lo han visto... lo han visto.

- Las pacientes no piden la bebida "Kiwi Crush" a todas horas porque les encante el sabor. La piden porque es un laxante. Por eso te miran con cara de asesinas cuando les comentas lo buena que debe de estar.

 - Se puede pecar de exceso de entusiasmo. Cuendo la matrona te pide que le acerques una silla de ruedas, antes de salir espendolada de la habitación, correr por todo el pasillo, darte cuenta de que has ido en dirección contraria, correr de vuelta, llegar hasta los ascensores, molestar a tres matronas, dos enfermeras y un bedel preguntándoles dónde están las sillas de ruedas, encontrarlas, volver corriendo, enganchar una de las ruedas en la puerta de la planta, pasarte la habitación, volver a ella, y entrar triunfalmente... asegúrate de que no había una silla de ruedas detrás de la cortina, que era la que te estaban pidiendo.


- Cuando escribes tu primer informe en el historial médico de la paciente y te toca deletrear un palabro complicado, pregunta antes... así evitarás que tu primer registro firmado con tu nombre y apellidos tenga faltas de ortografía ("anaesthetist"... joer, si es que no me podía tocar una palabra facilita, no...).

- Cuando le hagas una palpación abdominal a una paciente embarazada, ten cuidado de no hacerle cosquillas. Eso sí, en casos de fetos muy pequeños y en posiciones poco comunes (como cuando están en la parte posterion del abdomen), esto puede ser muy útil, ya que cada vez que la paciente se ríe, se puede palpar el feto perfectamente. La próxima vez, llévate una lista de chistes malos para tratar de conseguir el mismo efecto.

- Las mujeres chinas, por tradición, no se lavan durante varias semanas después del parto. Los exámenes vaginales pueden requerir pinza para la nariz y preparacion psicológica previa.

- Los bebés de sexo masculino tienen la tendencia a mearte encima cuando les cambias el pañal.

- El meconio (las primeras cacas del bebé) tiene un aspecto espantoso... ¡pero no huele!

- La situación descrita en el punto anterior cambia en seguida, en cuanto el bebé empieza a mamar.

- La culpa de que una de las mesitas con cajones al lado de la cama de la paciente tenga una rueda mal y tienda a volcarse no es tuya. Pero el segundo cabezazo contra la estantería al tratar de estabilizarla, sí que podrías haberlo evitado. Al menos hiciste reír a la paciente.

Por suerte, las dos matronas que me tocaron como "buddys" durante la semana son extraordinarias, increíblemente pacientes, y no sé cómo se las arreglan para no mandarnos a las estudiantes a freír monas, teniendo en cuenta la cantidad de veces que las hacemos perder tiempo con nuestras preguntas y las veces que nos perdemos en la planta. Menos mal que la planta en cuestión es circular, con lo cual si te saltas el sitio a donde ibas, siempre puedes seguir dando vueltas hasta que lo encuentres (nota: después de la segunda vuelta, es buena idea preguntar a alguien para no parecer gilipollas).

Torpezas aparte, no recuerdo ninguna semana en la que haya aprendido tantas cosas como en esta. Lo cual me ha venido fenomenal, porque en cualquier momento estoy esperando una llamada de Susana... que salió de cuentas el miércoles, y ayer empezó a sentir las primeras contracciones. Teniendo en cuenta que es madre primeriza y que la cabeza del bebé aún no está colocada en la pelvis, puede ocurrir ahora mismo, mañana o la semana que viene... pero yo no me separo del teléfono. Porque pronto asistiré a mi primer parto :)


lunes, 2 de abril de 2012

Anécdota matronil #1

Susana, su marido Paul y yo durante una ecografía a las 36 semanas. La técnico está mostrándonos una imagen en tres dimensiones del bebé y explicándonos qué es cada cosa.

Técnico: ...y esa especie de tubo que se ve delante de la cara del bebé es parte del cordón umbilical.
Susana (con voz preocupada): uy, lo tiene justo delante de la boca... ¿No lo morderá?
Técnico: ...
Paul (en voz bajita): Erm... cariño... el bebé no tiene dientes aún...

jueves, 29 de marzo de 2012

Alivio y tocamientos varios

Versión Cefálica Externa, necesaria para modificar la posición de nalgas antes del parto

Susana estaba comprensiblemente nerviosa cuando la técnico de ecografía nos indicó que entrásemos. Un parto de nalgas no es cosa de broma. Si la posición del bebé no había cambiado, la semana siguiente tendría que acudir al Hospital de Christchurch para una ECV ("External Cephalic Version", o "Versión Externa" en español), mediante la cual el ginecólogo trata de voltear al bebé presionándolo a través del abdomen. Se trata de un procedimiento bastante doloroso, y que deja a la embarazada incómoda durante días. Además, incluso aunque se consiga dar la vuelta al niño, es posible que éste vuelva a cambiar de posición en el mismo día, o los siguientes. Si no se consigue la posición cefálica, y la embarazada decide dar a luz de manera vaginal, existe un 50% de probabilidades de que el parto tenga que acabar en cesárea de todos modos. Con todas las preocupaciones que ya conlleva un parto en sí, estos riesgos extra no son precisamente lo que una embarazada desea tener en la cabeza en la semana 36 de gestación.

Sin embargo, bastaron 3 segundos para transformar la preocupación en alivio. La imagen en la pantalla mostró un bebé cabeza abajo, sano, moviéndose continuamente y con todos los miebros y órganos en su sitio. La tensión en la sala se transformó en alivio, ilusión y miradas de complicidad entre Susana y Paul. Sus planes de un parto con la mínima intervención médica, y en el Hospital de Lincoln, volvían a ser posibles.

La reunión con la comadrona al día siguiente fue igualmente optimista. Los cuatro discutimos sus planes para el parto, que será en torno al 18 de Abril (si el bebé decide salir de cuentas el día que la comadrona ha calculado). El sexo del bebé va a ser una sorpresa, y el papá ha decidido ser el que corte el cordón umbilical, y si es posible, el que "atrape" al bebé cuando nazca. ¿Se ofrecen estas opciones en España?


Llegó la hora de tomar la tensión a Susana, y la comadrona me preguntó si deseaba hacerlo yo. En nuestras clases ya hemos estudiado toda la teoría de la presión arterial, y nos la hemos tomado unas a otras, pero nunca había tenido la oportunidad de medirla a una embarazada en una consulta. Me puse manos a la obra y, tras alguna dificultad para encontrar el pulso braquial (el que se escucha con el estetoscopio cuando se mide la tensión), el resto del proceso funcionó a las mil maravillas y yo me sentí tan orgullosa como si hubiera ganado una competición. Pero lo mejor fue cuando la comadrona empezó a hacerle una palpación abdominal a Susana, y me preguntó si quería hacerla yo... ¡Mi primer tocamiento barriguil! Allí me puse yo a estrujar chicha y a tratar de encontrar al bebé (primero) y determinar en qué posición estaba (segundo). Lo primero no fue tan difícil, ya que pesando casi 3 kilos en seguida encuentras un bulto bastante grande por la zona. Lo segundo es como tratar de averiguar qué parte de un gatito estás tocando si lo metes debajo de 10 mantas y sólo te puedes guiar por tus manos encima de las mantas. Aparte de estar constantemente preocupada de no hacer daño ni a la mamá ni al bebé... Tras explorar un ratito conseguí identificar correctamente el sacrum (el culete, hablando en plata) del niño... pero el resto del cuerpo y la cabeza, ya era otro cantar. Mientras trataba de seguir el perímetro del cuerpo con mis manos... de repente algo se movió entre mis dedos... Mis ojos se abrieron como platos, miré a Susana y le pregunté, emocionada: "¿¿Lo has notado??", "Sí, el bebé se ha movido" contestó ella con una sonrisa. A través de la piel de Susana, del músculo, y de la pared del útero y las membranas... un bebé chiquitín se movió en respuesta a mis palpaciones. Todavía se me acelera el corazón al recordarlo. ¡Me muero de ganas de volver a sentirlo!




domingo, 18 de marzo de 2012

¡Buenas noticias!


Ayer visité a Susana y su marido Paul en su casa en uno de los suburbios de Christchurch. Acababan de terminar la limpieza de la licuefacción del último terremoto en el jardín de su casa. Susana es la mujer que se puso en contacto con mi tutora para solicitar una estudiante de comadrona para acompañarla en las últimas semanas de un embarazo que, hasta entonces, había sido ideal: ni mareos, ni náuseas mañaneras, ni dolores, ni insomnio, ni ná de ná. ¡Y eso que es el primero! Susana y Paul estaban planeando un parto lo más natural posible, en el Hospital de Lincoln, tratando de evitar cualquier intervención que no fuese estrictamente necesaria. Susana tenía ganas de experimentar un parto en el agua, y hasta la semana pasada ese era el plan.

Pero el bebé decidió posicionarse de nalgas, y no parecía querer cambiar de postura.

Ahora todos sus planes están en el aire, dependiendo de lo que el bebé decida hacer, lo que la comadrona consiga hacer para que el bebé "cambie de opinión" y se ponga cabeza abajo, y lo que todos juntos decidan hacer si no hay cambios. En Nueva Zelanda, que un bebé se presente de nalgas no quiere decir que automáticamente se haga una cesárea: muchas madres deciden tener un parto vaginal que, aunque más complicado que uno de presentación cefálica, no suele presentar tampoco grandes problemas. Sin embargo, el parto debe hacerse en el Hospital General de Christchurch, para tener a mano inmediatamente toda la última tecnología en caso de que haya complicaciones. ¡Adiós a la casa de partos de Lincoln, con sus muebles antiguos y las comadronas preparando el té en las teteras de la abuela! Y por supuesto, aunque se decida un parto vaginal... siempre puede acabar con una cesárea si las cosas no van bien.

En estas circunstancias, Susana sintió que necesitaba un poco de apoyo extra. Dejó bien claro a mi tutora que no le valía cualquiera, que debía ser alguien que le inspirase confianza, así que quería conocer a la persona antes de decidirse. Y con esa presión extra me presenté yo en su casa el sábado, tras una conversación telefónica en la que debí sonar como Bubu el del Oso Yogui, balbuceando como una idiota por los nervios.

Pero pronto los nervios se fueron disipando: Susana me recibió con un abrazo, cosa que por aquí es muy poco común, y que yo devolví con alivio. En pocos minutos, estábamos ya los tres sentados alrededor de la mesa del salón, bebiendo nuestros cafés y hablando de nuestras vidas. Susana me contó todos los detalles de su embarazo, sus ilusiones para este bebé y su vida después de convertirse en madre, sus miedos con respecto al parto y a las posibles complicaciones. Paul bromeaba, advirtiéndome de lo "peligrosa" que iba a ser Susana durante el parto, porque cuando siente que pierde el control "se pone de lo más mandona, tendré que ser yo el mediador para que no le pegue una patada a alguien". Pronto me di cuenta de que ya me sentía cercana a esta pareja, y que me moría de ganas de vivir esta experiencia con ellos. Quería estar allí cuando tuvieran su ecografía el miércoles, quería ser su apoyo cuando tuvieran que tomar una decisión, sujetar su mano durante las contracciones, estar allí cuando ambos vieran a su bebé por vez primera. Pero no quería hacerme demasiadas ilusiones: hasta donde yo sabía, podría haber otra estudiante visitándolos al día siguiente, o dos más, y quién fuese la elegida dependería de algo tan subjetivo como la primera impresión, la confianza que te dé cierta persona, lo a gusto que te sientes con alguien. Al igual que enamorarse,  si no pasa, no pasa. No se puede imponer.

Llegó la hora de hablar del contrato entre la mujer y la estudiante. Les dejé allí su copia y les dije que la guardaran aunque no me eligieran a mí, porque les valdría para cualquier otra estudiante. Y me dispuse a marcharme y dejarles que discutieran en privado.

Pero no me dejaron irme. Susana me hizo un gesto con la mano de que me sentara: "No, no te vayas aún, tienes que firmar este contrato". Se me debió quedar cara de agilipollada total, porque me sonrió y me dijo: "No me hace falta pensármelo, estaré encantada de tenerte con nosotros y de que nos acompañes en el embarazo y en el parto, si tú estás también de acuerdo". Bueno... casi lloro.

Así que la semana que viene tenemos una ecografía en la que se comprobará la posición y la presentación del bebé, y si hay posibilidades de modificarla antes del parto. El jueves nos reuniremos con la comadrona de Susana y habrá que empezar a tomar decisiones.

Y a finales de Abril... asistiré a mi primer parto, que parece que se presenta interesante...



jueves, 15 de marzo de 2012

Emoción...


Esta semana estaba siendo bastante tranquilita, aunque ocupada, entre clases online, reuniones de grupo, una "clase particular" de química y cálculo de medicamentos que les di a algunas de mis compañeras, búsqueda de información para escribir varios trabajos... pero nada especialmente emocionante. Hasta esta tarde. En medio de una clase online recibí un correo de la coordinadora del primer curso. Ha encontrado otra mujer embarazada que quiere tener una estudiante con ella... ¡y va a dar a luz dentro de 3-4 semanas! Por si fuera poco, en el último examen han descubierto que el bebé viene de nalgas... parece ser que el primer parto al que voy a asistir va a ser especialmente interesante... Le dije que sí, que sí, que la quería para mí :). Así que mañana me enviará los datos y el número de teléfono de esta mujer, y tendré que ponerme en contacto con ella cuanto antes, porque como tarde mucho igual llega el bebé antes que yo.

¡Qué nervios!

sábado, 10 de marzo de 2012

Futuras comadronas

Uniformes y placas ID para las futuras comadronas... de lo más sexy, oiga.

Han pasado varias semanas desde la última vez que habéis oído hablar de mi nueva carrera... No tengo excusas, aparte de que la gran cantidad de material que debemos estudiar online hace que, al final del día, acabe del ordenador hasta el gorro. En este último mes hemos visitado dos hospitales más (el Hospital General de Christchurch y el de Burwood), avanzado en todas las asignaturas, nos han dado las fechas de todos los exámenes y fechas límite para entregar trabajos, tenemos ya los uniformes y las placas de identificación... y lo más emocionante, ¡ya tenemos las fechas de nuestras estancias en prácticas en hospitales!

La semana pasada fue el segundo intensivo del año. Tenía ya muchas ganas de reunirme con todas mis compañeras, ya que a pesar de haber visto a algunas de ellas para estudiar alguna asignatura, o en la CPIT en nuestras reuniones los miércoles, echaba de menos al "grupo". Este intensivo ha sido tan intenso (valga la redundancia) como el anterior, pero personalmente lo he disfrutado muchísimo más. Hemos tenido muchas clases prácticas en las que hemos aprendido a tomar temperatura, pulso, medir respiraciones y presión sanguínea, a manejar y mover pacientes y practicado técnicas de masaje (mi hora favorita...). Ahora ya estamos equipadas para empezar a practicar estas actividades básicas en las visitas a clínicas de comadronas y nuestras estancias en el hospital, y la verdad es que me muero de ganas de ponerme manos a la obra.

También estoy ya siguendo el embarazo de Irma de manera "oficial"... ella ha tenido que firmar un contrato conmigo como su "estudiante de comadrona", y yo he tenido que firmar otro de confidencialidad. La acompaño a las visitas con su comadrona, y entre medias, quedamos a veces en una cafetería para hablar de cómo va su embarazo y cómo vive su experiencia personal. Al final de cada encuentro, tengo que escribir una reflexión acerca de su embarazo y sus circunstancias. Después de dar a luz, y tras las seis semanas de visitas postnatales, completaré un libro con todas estas experiencias y se lo entregaré a Irma, para que lo tenga como un recordatorio de su embarazo, parto y las primeras semanas de vida de su hijo o hija.

Aparte de Irma, tengo que encontrar como mínimo otras tres mujeres embarazadas que deseen que una estudiante las acompañe durante su embarazo y parto. Yo ya tenía a una mujer interesada que iba a enviarme el formulario firmado... hasta que se puso en contacto conmigo para comunicarme una triste noticia: en la ecografía de las 12 semanas no habían encontrado el latido del bebé. La pobre mujer estaba destrozada, y yo tuve mi primera muestra de las cosas que pueden ir mal en esta profesion. Por desgracia, no será la última ni la peor.


Palpación abdominal

Una de las actividades que tengo muchas ganas de empezar a practicar es la "palpación abdominal". Se lleva a cabo en embarazadas de más de 36 semanas, y se realiza para determinar la posición del bebé. Consiste en palpar la barriguita de la embarazada, localizar al bebé, y únicamente con la ayuda de tus manos determinar si está en posición longitudinal o transversal, de frente, de espaldas o de lado (occipitoposterior, occipitoanterior u occipitolateral), en qué sentido respecto de la madre (derecha, izquierda), y la posición de la cabeza o las nalgas con respecto a la pelvis. Ya hemos estudiado toda la teoría al respecto, pero obviamente, la práctica debemos hacerla con "mujeres de verdad". Es un tipo de técnica en la que una sólo puede convertirse en "experta" tras muchas horas de práctica. Pero a su vez, me parece una de las técnicas más bonitas e interesantes, y que bien hecha, puede proporcionar mucha información y mucha ilusión a las mamás, y en la que ellas también pueden participar y entrar en contacto con su bebé.

Estoy sinceramente impresionada con la calidad de la enseñanza de esta carrera, que está a años luz de la de Biología que estudié en Oviedo. Por aquel entonces, estudiar en la Universidad consistía en ir a clase, tomar apuntes durante 7-8 horas, a veces alguna práctica, y luego a casa. Dos ó tres semanas antes del examen, a empollar se ha dicho. En mi nueva carrera hay tal variedad de formas de estudiar y aprender que, literalmente, no hay tiempo para encontrar una asignatura aburrida o repetitiva. Sólo hay exámenes tal cual en tres asignaturas; en las demás se practica la evaluación continua y por medio de trabajos basados en el temario... y no son trabajos fáciles de hacer, no. Todos ellos implican tener que investigar todo tipo de libros, artículos científicos, biografías, y en algunos casos entrevistar a determinadas personas de importancia, o contactar determinadas organizaciones. No vale con Google y Wikipedia. Algunos son trabajos individuales, y otros los hacemos en parejas o en grupo. Las normas para escribir o presentar estos trabajos son muy complejas, la manera de estructurar las referencias bibliográficas es la más complicada y completa que he visto (teniendo en cuenta que llevo 12 años escribiendo y publicando artículos), y las normas de puntuación muy claras y estrictas, prestando atención a múltiples aspectos del trabajo.


La manera de entender la función de la comadrona en Nueva Zelanda es como la de la mujer que trabaja en conjunto con la embarazada y la guía y ayuda a dar a luz de la manera que ella prefiere. Se enfatiza mucho el poder de decisión de la embarazada, y el que la comadrona no es "una autoridad que decide", sino "una compañera, consejera y defensora" de la mujer, que debe ofrecer toda la información a la embarazada, que es la que al final tiene la última palabra sobre cómo va a nacer su hijo. Se elimina la medicalización innecesaria del embarazo y el parto, y la posición de "poder" del médico o comadrona, que en otros países son los que "ordenan" a la mujer lo que tiene que hacer con su cuerpo y cómo va a suceder el parto.

Un aspecto de esta carrera que me encanta es también la importancia que se le da a las buenas relaciones entre alumnas y futuras colegas. Aquí se enseña que la matrona, incluso cuando trabaja como autónoma, nunca lleva a cabo su profesión de manera individual, sino siempre en armonía y en asociación con otras comadronas, que deben ayudarse y apoyarse entre ellas. Durante los intensivos hacemos varias actividades destinadas a conocernos, respetarnos y ayudarnos mutuamente, y las profesoras se aseguran de que no nos limitemos a trabajar con "las estudiantes que nos caen mejor", sino en formar grupos variados, y que todas acabemos trabajando con todas. Este aspecto de la educación es valiosísimo, y si estuviese en mi mano, me aseguraría de incluirlo en cualquier carrera. A pesar del poco tiempo de carrera que llevamos, y de que las 38 estudiantes tan solo hemos compartido dos semanas completas juntas, las experiencias que hemos vivido y el cariño y confianza que se ha generado entre nosotras es una base que será sumamente importante en nuestro futuro trabajo. En una de las actividades, se nos pidió que compusiéramos un resumen de nuestra vida, de lo que es importante para nosotras, que durase 5 minutos, y que podía ser en cualquier formato. Algunas mostramos fotos y música en una presentación de PowerPoint. Otras escribieron poemas. otras trajeron objetos con un significado especial. Una chica compuso una canción y tocó el ukelele mientras cantaba. Algunas hablaros de sus padres, de sus hijos, de sus novios o maridos. Algunas contaron historias de pérdidas de hijos, hermanos, o padres. Otras incluso relataron historias de abusos en la familia. Otras hablaron de viajes, de bodas, de divorcios. Hubo muchas lágrimas y muchas risas, y al final de la clase todas sabíamos algo más de las demás y nos sentíamos mucho más cerca.

El último día, a la hora de despedirse, las profesoras tenían preparada otra actividad para nosotras: nos entregaron una hoja de papel con un pedazo de cinta adhesiva, y nos pidieron que nos pegáramos la hoja a la espalda. Nos repartieron un montón de rotuladores de colores, y pidieron a cada alumna que escribiese una cualidad positiva en la espalda de cada una de nosotras. Al final, todas acabamos con una hoja llena de las cosas bonitas que las demás piensan de nosotras. Parecerá una tontería, pero me emociona cada vez que miro la mía. Así que he decidido compartirla con vosotras.



Y con esta colección de palabras bonitas de mis compañeras de curso acabo hoy este artículo. ¡Prometo volver con más frecuencia a partir de ahora!

miércoles, 8 de febrero de 2012

El Hospitad de Maternidad de Lincoln

Hoy tuvimos la primera reunión de mi Akonga, o "pequeño grupo". Aparte de discutir acerca de nuestra primera semana, firmar nuestro acuerdo de confidencialidad, presentar nuestro certificado de pertenencia al Colegio oficial de Comadronas de Nueva Zelanda (NZCOM), nuestra prueba negative de MRSA y otros papeleos varios, nuestra tutora Nati nos ha llevado a visitar el Hospital de Maternidad de Lincoln. La traducción es literal del inglés, aunque yo personalmente pondría "Hospital" entre comillas. Una manera más apropiada de llamarlo sería "casa de partos".

En Nueva Zelanda, las clínicas de atención al paciente se dividen en tres tipos: de atención primaria (pequeñas clínicas comunitarias con médicos y enfermeras, parecidos a los centros de salud en España), de atención secundaria (hospitales de mediano tamaño, como los que hay en Timaru o Rotorúa) y de atención terciaria (los cinco grandes hospitales de Nueva Zelanda: Auckland, Hamilton, Wellington, Christchurch y Dunedin). La atención materno-infantil está principalmente concentrada en atención primaria, ya que la enorme mayoría de mujeres eligen una comadrona como su único proveedor de salud, y dan a luz en una de estas "casas de partos" (consideradas de atención primaria), y no en el hospital. También tenemos una tasa de partos en casa muy alta, de en torno al 10%.

Lincoln Maternity "Hospital"

La casa de Partos de Lincoln - un suburbio a unos 30 minutos al Sur de Christchurch - parece, a primera vista, una casa neozelandesa normalita, aunque de tamaño bastante grande. Está construida en madera, con paredes de color blanco, tejado de hierro corrugado y rodeada de jardines. Las comadronas y las clientas (aquí no se las llama "pacientes", ya que se asume que el embarazo es algo natural, y no una enfermedad) tienen un huerto en donde cultivar sus verduras, que se utilizan para preparar las comidas. Nada más entrar, ya nos estaba esperando la jefa de comadronas, con una enorme sonrisa. La casa de partos tiene dos salas para dar a luz, decoradas con muebles que bien podrían encontrarse en casa de nuestras abuelas. El principal motivo es que los muebles son, en su mayoría, donaciones de la comunidad, para hacer la casa de partos más acogedora y darle un aspecto de "hogar", y no de hospital. El esfuerzo merece la pena, ya que aparte de algunos instrumentos de resucitación del bebé en caso de emergencia, la sala podría pasar por una habitación de hotel o un Bed&Breakfast. La parturienta puede elegir el método que prefiera para dar a luz (en la cama, en cuclillas o en la bañera), y al terminar el proceso se la traslada a una de las 8 habitaciones distrubuidas a lo alrgo del edificio, cada una con su sala de estar para familiares. Dos nuevas mamás estaban en las habitaciones, una de ellas aprendiendo a dar de mamar, y la otra disfrutando de su bebé con su pareja y sus otras dos hijas. Aparte de las habitaciones, la casa de partos cuenta también con una cocina completa, una salita de estar con sofás, revistas, libros y DVDs, una lavandería y la posibilidad de utilizar los amplios jardines cuando a las "inquilinas" les apetezca. Cuando llegamos nosotras el lugar estaba de lo más tranquilo, aunque estoy segura de que no es siempre así.

La semana que viene nos llevarán a visitar el Hospital de Maternidad de Christchurch, ese sí que es uno de los grandes. Con la orientación de pacotilla que tengo yo, espero no perderme... Me pregunto en cuál de estos hospitales me tocará hacer las "ubicaciones" de este año.

Ayer tuvimos la primera clase "online", de Fundamentos de Biociencia. Al ser la primera, perdimos una media hora arreglando problemas con los altavoces, explicando cómo usar el Adobe Connect, y hablando de chorradillas por la ventana del chat. Pero he de decir que estoy bastante impresioanda con la calidad del sonido y la interactividad del programita de marras. El profe hablaba por su micrófono, nos daba la palabra si levantábamos la mano (por medio de un icono, entiéndase) para hacer una pregunta, y nos enseñaba diapositivas del PowerPoint. De vez en cuando, cuando necesitaba ser algo más gráfico o explicar un concepto, aparecía la "pizarra blanca" en pantalla, y se ponía a dibujar sus diagramas. Las sesiones quedan grabadas, y podemos acceder a ellas para repasar los conceptos cuando queramos.

Dios mío, qué vieja me siento... en la carrera de Biología todavía teníamos pizarras de las de tiza.

¿Están evolucionando las carreras de la misma manera en España? ¿O siguen igual (ir a clase - tomar apuntes - estudiar para el examen)?

domingo, 5 de febrero de 2012

Una semana inolvidable



La primera semana del curso ha pasado, y todavía no me puedo creer lo intensa y emocionante que ha sido. ¡Ahora entiendo por qué la llaman "intensive"! Tras los dos primeros días, ya me sentía como si fuera viernes. No he tenido ni un segundo libre en toda la semana... estoy agotada, y sin embargo me encuentro feliz. Después de tantos meses de continuas frustraciones por la falta de trabajo en el laboratorio, después de pasarme horas y horas al día buscando qué hacer, de repente me encuentro con que todas las horas del día están ocupadas, que vuelvo a emprender algo con ilusión. Estoy feliz :)

La semana de intensivos ha superado todas mis expectativas. El primer día conocí a mis 37 compañeras de estudios: 24 de Christchurch, y el resto de la zona Norte de la Isla Sur: TimaruWest Coast, Nelson y Blenheim... Debo confesar que estaba algo preocupada ante una clase únicamente femenina (no, parece que este año tampoco se ha presentado ningún estudiante para "comadrón"... ¿o sería un "copadrón"?). Yo siempre me he llevado mejor con los hombres que con las mujeres, y pensar en tanta mujer junta me intimidaba un poco. Me imaginaba los típicos grupitos de mujeres criticándose unas a otras, especialmente después de leer algunas historias acerca de la rivalidad entre enfermeras y comadronas en países como Inglaterra e Irlanda. También me preocupaba que me juzgasen por meterme a comadrona sin siquiera tener mis propios hijos. Sin embargo, y aunque aún es pronto para formarse una idea objetiva, mis nuevas compañeras son un grupo abierto, amistoso, simpático... Durante los 5 días que hemos compartido, no tengo más que palabras de cariño y admiración por la mayoría de ellas.

Los primeros tres días de la semana los pasamos en el campus de la CPIT, conociendo a nuestras profesoras, recibiendo los resúmenes de las asignaturas (tenemos 9), e intentando asimilar todo lo que se espera de nosotras en el primer año. Aparte de 7 semanas intensivas repartidas a lo largo del año, tenemos también 2 clases virtuales semanales (a través del programa Adobe Connect), de dos horas cada una, que se utilizarán para explicar y aclarar dudas de los dos módulos (también online) que debemos estudiar cada semana. Aparte de eso, tenemos una reunión de 4 horas los miércoles por la mañana con nuestro "Akona" (que significa "grupo" en maorí). Los Akona son pequeños grupos de 6 ó 7 estudiantes, a los que se asigna un tutor ("Kaiaako"), y que se reúnen para comentar los avances del curso durante la última semana, y para hacer ejercicios relacionados con las diferentes materias. También tenemos 4 semanas al año de "placements" ("ubicaciones") durante las cuales se nos asignará a un hospital y un centro comunitario para trabajar conjuntamente con comadronas. Aparte de eso, durante el curso se nos asignarán como mínimo 4 mujeres embarazadas a las que tenemos que "seguir" durante su embarazo, parto y postparto, convirtiéndonos en "observadoras" y llevando un diario de lo que vemos, lo que sentimos, lo que siente y piensa la mujer, etc. Eso aparte de los trabajos, exposiciones y exámenes que tendremos a lo largo del año.


La marae de Tutewhuawera, en Port Levy

El jueves y viernes nos desplazamos todas a una marae. En un principio iba a ser la de Little River, como os comenté en el artículo anterior; sin embargo, en el último momento se decidió cambiarla a Tutehuawera Marae, en Port Levy, un remoto y diminuto pueblecito al Norte de la Península de Banks, situado a la orilla de una amplia bahía; en resumen, un lugar espectacular, silencioso, en donde sólo se escuchaban los trinos de los pájaros. Tras un recibimiento maorí con cánticos y discursos, continuamos con las clases dentro del hermoso edificio de la marae. Esos días nos concentramos en describir nuestras propias experiencias de embarazos y partos, cómo difieren en otros países y otras culturas, lo que se espera de nosotras como futuras comadronas... Todo ello entre muchas bromas, risas, conversaciones, lágrimas - algunas de las historias que se contaron incluían aspectos tales como abortos e infertilidad - y muchas emociones. Debo admitir que esta reunión en la marae me ha puesto muy en contacto con mi lado femenino, que siempre he tenido bastante abandonado.

Y después de la emoción de la primera semana, aquí estoy, recuperándome un poco. Ayer dormí más de 10 horas, y me alegro de que este fin de semana sea largo (el lunes es el Día de Waitangi, en el que se conmemora la firma del tratado homónimo entre los maorís y la corona de Inglaterra)... me servirá para asimilar toda la información y prepararme para el comienzo de mi vida de estudiante. De momento ya empiezo el martes con una clase virtual de 10 a 12 de "Curso Preparatorio de Biociencia" ("Bioscience Foundations"). Tengo la ventaja de mi formación en biología, con lo que no creo que sea demasiado difícil, pero tampoco quiero confiarme. El miércoles tengo la primera reunión con mi Akona, durante la cual nos van a llevar a conocer los servicios de Maternidad del hospital de Lincoln, a unos 40 minutos de Christchurch. Y el jueves, otra clase virtual de la asignatura "Compartiendo la Experiencia de la Mujer" ("Sharing the Woman's Experience"). Por el medio, mucho que leer y que planear.

...Y, ¿qué me falta? Creo que os iba a contar algo más...

¡Ah, ya me acuerdo!




Él y yo nos casamos :)


domingo, 29 de enero de 2012

¡A punto de empezar!



Pues sí, después de meses y meses de espera, mi nueva vida como estudiante de comadrona empieza... ¡mañana mismo!

El 30 de Enero es el "Día de la Orientación" ("Orientation Day") en la CPIT, durante el que nos conoceremos todas las estudiantes, nos explicarán en qué consiste el programa, nos enseñarán las instalaciones y nos dirán lo que necesitamos para ponernos en marcha en esta nueva carrera. Martes y miércoles serán para comenzar algunas asignaturas, y el jueves y el viernes los pasaremos en la marae de Wairewa, a unos 40 km al Sur de Christchurch, aprendiendo acerca de las costumbres y creencias maoríes con respecto al embarazo y el parto.. Decir que me muero de ganas de empezar es quedarme corta; la verdad es que estoy tan emocionada hoy como estaba antes de empezar la carrera de Biología, hace ya... buf... ¿es posible que haga ya 18 años? Me temo que sí...

El jueves, la directora del Programa de Comadronas nos envió un correo electrónico a todas las nuevas estudiantes, felicitándonos y animándonos para el comienzo del curso. En el correo había 39 nombres, que corresponden a todas las estudiantes de Christchurch (creo que son 26) y del resto de ciudades de la zona septentrional de la Isla Sur. El Programa de Estudios de Comadrona conjunto de la CPIT y la Otago Polytechnic está pensado para poder estudiarse desde cualquier parte de la Isla Sur. Las estudiantes de fuera de Dunedin y Christchurch sólo tienen que desplazarse a estas ciudades para hacer los "intensivos", o bloques de estudio presenciales que duran 1 ó 2 semanas (hay 7 de estas semanas a lo largo del curso). Como para las alumnas esto significa tener que estar fuera de casa por 1 ó 2 semanas, algunas de las residentes en Christchurch hemos ofrecido nuestra casa para alojar a una de ellas. Esta noche, Él y yo recibimos en casa a Talia, una estudiante de Blenheim (a unas 3 horas al Norte de Christchurch) que ha aceptado nuestra invitación, y nos hará compañía durante la primera semana de clases.

Futuras embarazadas kiwis... ¡iros preparando, que allá voy!

lunes, 16 de enero de 2012

Año Nuevo, Carrera Nueva

Mamitú, Almóndiga y mi perrita Muri, caminando por algunos de los paisajes de ensueño de Canterbury


¡Feliz Navidad! ¡Feliz Año Nuevo! Tan rápido pasan los días que ya se me ha hecho tarde para felicitar cualquiera de los dos. Pero es que estas últimas semanas han estado llenas de aventuras y desventuras, paseando a Mamitú y Almóndiga por toda Nueva Zelanda... Hemos pasado el día de Navidad en la playa, hemos caminado por volcanes, volado sobre fiordos, explorado lagunas de lodos burbujeantes, navegado por mares plagados de delfines, pingüinos y ballenas... También hemos comprobado lo lento que puede resultar arreglar un radiador recalentado en la tierra de los Kiwis como te pille un fin de semana por medio... Y al final, he tenido que decirles adiós y mandarlas de nuevo a España, cargadas de fotos y de recuerdos. Dejan tras de sí un agujero difícil de llenar, una casa que parece mucho más vacía, y el deseo de poder repetir algo como esto lo más pronto posible.

Pero las vacaciones se han terminado, y es hora de retomar mi nueva vida. En poco más de dos semanas empezaré la carrera de comadrona... ¡qué nervios! Pero también, ¡qué emoción! Como bicho raro que soy, los cambios me emocionan, me hacen sentir más viva. Los desafíos son para mí como el agua para las plantas... si estoy floja y cabizbaja, me hacen recuperar fuerzas y revivir. Y es así como me siento en estos momentos: llena de ilusión, de expectativas y de vida. El futuro se abre frente a mí como una caja de sorpresas. ¿Cómo serán mis nuevas compañeras de clase? ¿Con qué tipo de situaciones me voy a encontrar? ¿Será fácil volver a estudiar, o tendré el cerebro algo anquilosado?

Pronto lo descubriré...