domingo, 18 de marzo de 2012

¡Buenas noticias!


Ayer visité a Susana y su marido Paul en su casa en uno de los suburbios de Christchurch. Acababan de terminar la limpieza de la licuefacción del último terremoto en el jardín de su casa. Susana es la mujer que se puso en contacto con mi tutora para solicitar una estudiante de comadrona para acompañarla en las últimas semanas de un embarazo que, hasta entonces, había sido ideal: ni mareos, ni náuseas mañaneras, ni dolores, ni insomnio, ni ná de ná. ¡Y eso que es el primero! Susana y Paul estaban planeando un parto lo más natural posible, en el Hospital de Lincoln, tratando de evitar cualquier intervención que no fuese estrictamente necesaria. Susana tenía ganas de experimentar un parto en el agua, y hasta la semana pasada ese era el plan.

Pero el bebé decidió posicionarse de nalgas, y no parecía querer cambiar de postura.

Ahora todos sus planes están en el aire, dependiendo de lo que el bebé decida hacer, lo que la comadrona consiga hacer para que el bebé "cambie de opinión" y se ponga cabeza abajo, y lo que todos juntos decidan hacer si no hay cambios. En Nueva Zelanda, que un bebé se presente de nalgas no quiere decir que automáticamente se haga una cesárea: muchas madres deciden tener un parto vaginal que, aunque más complicado que uno de presentación cefálica, no suele presentar tampoco grandes problemas. Sin embargo, el parto debe hacerse en el Hospital General de Christchurch, para tener a mano inmediatamente toda la última tecnología en caso de que haya complicaciones. ¡Adiós a la casa de partos de Lincoln, con sus muebles antiguos y las comadronas preparando el té en las teteras de la abuela! Y por supuesto, aunque se decida un parto vaginal... siempre puede acabar con una cesárea si las cosas no van bien.

En estas circunstancias, Susana sintió que necesitaba un poco de apoyo extra. Dejó bien claro a mi tutora que no le valía cualquiera, que debía ser alguien que le inspirase confianza, así que quería conocer a la persona antes de decidirse. Y con esa presión extra me presenté yo en su casa el sábado, tras una conversación telefónica en la que debí sonar como Bubu el del Oso Yogui, balbuceando como una idiota por los nervios.

Pero pronto los nervios se fueron disipando: Susana me recibió con un abrazo, cosa que por aquí es muy poco común, y que yo devolví con alivio. En pocos minutos, estábamos ya los tres sentados alrededor de la mesa del salón, bebiendo nuestros cafés y hablando de nuestras vidas. Susana me contó todos los detalles de su embarazo, sus ilusiones para este bebé y su vida después de convertirse en madre, sus miedos con respecto al parto y a las posibles complicaciones. Paul bromeaba, advirtiéndome de lo "peligrosa" que iba a ser Susana durante el parto, porque cuando siente que pierde el control "se pone de lo más mandona, tendré que ser yo el mediador para que no le pegue una patada a alguien". Pronto me di cuenta de que ya me sentía cercana a esta pareja, y que me moría de ganas de vivir esta experiencia con ellos. Quería estar allí cuando tuvieran su ecografía el miércoles, quería ser su apoyo cuando tuvieran que tomar una decisión, sujetar su mano durante las contracciones, estar allí cuando ambos vieran a su bebé por vez primera. Pero no quería hacerme demasiadas ilusiones: hasta donde yo sabía, podría haber otra estudiante visitándolos al día siguiente, o dos más, y quién fuese la elegida dependería de algo tan subjetivo como la primera impresión, la confianza que te dé cierta persona, lo a gusto que te sientes con alguien. Al igual que enamorarse,  si no pasa, no pasa. No se puede imponer.

Llegó la hora de hablar del contrato entre la mujer y la estudiante. Les dejé allí su copia y les dije que la guardaran aunque no me eligieran a mí, porque les valdría para cualquier otra estudiante. Y me dispuse a marcharme y dejarles que discutieran en privado.

Pero no me dejaron irme. Susana me hizo un gesto con la mano de que me sentara: "No, no te vayas aún, tienes que firmar este contrato". Se me debió quedar cara de agilipollada total, porque me sonrió y me dijo: "No me hace falta pensármelo, estaré encantada de tenerte con nosotros y de que nos acompañes en el embarazo y en el parto, si tú estás también de acuerdo". Bueno... casi lloro.

Así que la semana que viene tenemos una ecografía en la que se comprobará la posición y la presentación del bebé, y si hay posibilidades de modificarla antes del parto. El jueves nos reuniremos con la comadrona de Susana y habrá que empezar a tomar decisiones.

Y a finales de Abril... asistiré a mi primer parto, que parece que se presenta interesante...



10 comentarios:

  1. Parece que las novedades se producen con rapidez.
    Comprendo que estés interesada y al mismo tiempo nerviosa, va a ser tu primer parto y además con complicaciones añadidas, así que será una buena lección, espero que todo salga bien. Seguiré con interés ese nacimiento, :-) casi como si fuera de la familia.

    Un abrazo y suerte.

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  2. Mucho ánimo y enhorabuena. ¿Acaso tú tenías dudas de que en cuanto te conocieran no dudarían en elegirte?. Un abrazo.

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  3. ¡Suscribo el comentario anterior! Te advierto que mi peque mayor, que desde que lo tenía dentro ya mostraba que tenía la cabeza de cemento armado, estuvo de nalgas hasta exactamente cinco semanas antes del parto: Me tuvieron haciendo ejercicios de rezo árabe casi un mes, y se giró justo cuando ya me habían remitido a programar la cesárea.
    Sea como sea la presentación del peque, disfruta del nacimiento de tu primer bebé, y deseo que todo salga fantástico.
    Un beso enorme

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  4. De todas formas no me acaba de convencer este sistema neozelandés de madres que pueden aceptar estudiantes de comadronas. Me imagino que si alguna cae mal puede no ser aceptada nunca.Me convencería mas que la estudiante fuese siempre al lado de la comadrona que seria su mentora. Algo así como la pareja del nombre de la Rosa.

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  5. Anónimo, esto sólo ocurre con estudiantes de primer y segundo curso. El tercer curso es un modelo de aprendizaje en el cual las estudiantes trabajan junto con comadronas. De todas formas, una persona que caiga mal a tantas mujeres que ninguna la quiera como comadrona, sencillamente, no debería dedicarse a eso, ya que será un buen indicativo de que tampoco la querría nadie una vez que se graduase como comadrona. Yo considero completamente normal que una mujer elija a una comadrona que le dé confianza, al fin y al cabo va a compartir con ella uno de los momentos más privados y vulnerables de su vida.

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  6. Le deseo todo lo mejor a Susana y a su "estudiante de cabecera" que sea una experiencia estupenda, seguro sí.

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  7. jajajaja qué curioso, es como una entrevista de trabajo en casa de la embarazada.
    Es interesante pensar que lo primero que va a hacer esa adorable criatura al nacer es enseñarte el culo jajajaja bonita y triunfadora forma de empezar a vivir.

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  8. Bueno, bueno, la cosa se pone interesante. Enhorabuena por haber sido elegida.

    Una cosa,¿tan importante es la primera impresión? (en todo: el amor, otras relaciones, etc.)

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  9. En elegir una comadrona, fundamental. Si no les das confianza en la primera impresión, sencillamente elegirán a otra comadrona. En lo demás, depende de cada persona :)

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  10. Ya, lo sé, pero siempre me ha chocado lo de esos primeros instantes, que pueden hacer que confíes en alguien o no, demuestre después lo que demuestre

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